Julio Casares
y la fraseología periférica.
«Los timos buenos»
por Manuel Martí Sánchez
Catedrático de Lengua Española. Universidad de Alcalá.
Doctor en Lingüística Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid.
En su Introducción a la lexicografía moderna (1.a edición, 1950), Casares menciona el problema que plantea un conjunto variado de expresiones idiomáticas que se repiten literalmente, pero que se resisten a incluirse en las grandes categorías fraseológicas. No son locuciones, porque no funcionan como unidades léxicas. Ni son refranes, por su dependencia de contexto y la ausencia de carácter sentencioso, además, no son tradicionales, puesto que algunas, como veremos, tienen una existencia efímera:
Entre el campo de las locuciones y el terreno propio de los refranes, queda una zona amplia, de límites borrosos, poblada de esas fórmulas pluriverbales que los diccionarios, con criterio indeciso, llaman indistintamente «expresiones», «giros», «frases hechas», «frases proverbiales» o simplemente «frases» (Casares 1992 [1950]: 185).
Tampoco, añadimos nosotros, son fórmulas rutinarias, pues no cumplen una función social o comunicativa específica, aunque, como ellas, se asocian a algún tipo de acción en un contexto determinado. Estas fórmulas pluriverbales formarían parte de la fraseología periférica de la que habla P. Zamora (2015: 215-216).
Ejemplos de ellas podían ser:
Mucho te quiero perrico, pero pan poquico
Zamora no se ganó en una hora
Si te he visto, no me acuerdo
Si es un perro, te muerde
Ya vendrá el tío Paco con la rebaja
Dios sepa
Dentro de esta macroclase heterogénea de fórmulas pluriverbales, el grupo más desconocido, y quizá más definido, es el de los timos:
Quedan todavía por catalogar ciertas expresiones de vida relativamente efímera, que en un momento dado gozan del favor de las gentes y andan de boca en boca por todo el ámbito nacional, para desaparecer luego sin dejar rastro, salvo en algún sainete popular o en composiciones pertenecientes a géneros literarios menores. Son los llamados timos (Casares 1992[1950]: 196).
En vez de crear un neologismo o importar un término ya existente en la lexicografía 1, como es corriente en el mundo del conocimiento especializado; Casares recurre a una palabra popular, despectiva, para referirse a:
Una frase comodín que se encaja con más o menos propiedad en el discurso lógico, pero siempre con cierta adecuación general de la situación, del contexto, dentro de una amplia función lúdica del lenguaje. Su sentido, es, pues, [no] referencial, como suele ser toda frase hecha, dicho, modismo, refrán… (Náñez 1990, p. 291).
Los timos nacen íntimamente unidos al llamado género chico 2, tanto que el éxito tan grande de este sin duda es la clave de la gran difusión de los timos, también, de su fugacidad en la mayoría de los casos.
Viendo los ejemplos de timos, es posible entrever dos tipos. Por un lado, están los timos más tradicionales, asociados al estilo conversacional concreto del género chico y, seguramente, del habla madrileña de fines y principios de siglo (Seco 1970), un estilo caracterizado por las réplicas ingeniosas con un ritmo característico 3, en la línea de otras manifestaciones populares como las jotas de picadillo o aquellos dúos popularizados por cantantes como Pepe Pinto y Carmen Morell.
Ejemplos de estos timos que funcionan como réplicas son:
¡Que te has pasao Wenceslao!, ¡Calixto, que te he visto!, ¡Manolo, que no estás solo!, ¡Que no te enteras, Contreras!, ¡A mi plin! ¡Guadalupe. escupe, que t’has tragao un pelo!…
El segundo tipo lo constituyen esas expresiones felices escuchadas en estas mismas obras del género chico y que se hicieron en seguida populares:
¡Alza, pililí!, ¿Qué dirán los lores?, ¡Mecachis…!, A casita, que va a llover, ¡Pa mí que nieva!…
La distinción entre los dos tipos no es fácil, con ejemplos dudosos como ¡Algo pescas, Colás!, sin la estructura rítmica del primer grupo, pero con su vocativo característico. Pese a sus dificultades, esta distinción será la base en la que nos apoyamos para justificar la continuidad de los timos en el tiempo, ya desligados del género chico y su estilo conversacional.
Un problema derivado de la categoría del timo es su conexión con timo ‘hurto con engaño’, teniendo en cuenta que se trata de la misma palabra. La aparente desconexión entre ambos sentidos, que justificaría que para los timos de Casares se prefiera timito (Náñez 1990), algo se atenúa cuando se examinan los timos del primer tipo distinguido y su relación con el engaño o, al menos, con la picardía propias del timo ‘hurto con engaño’. Esta relación aumenta cuando se repara en timarse (‘entenderse con la mirada, hacerse guiños, los enamorados’), como el escenario que hace posibles los timos fraseológicos.
Los timos no eran desconocidos entre los especialistas en el habla de Madrid. Sin embargo, fuera de ese ámbito, filólogos y lingüistas no se habían interesado por el concepto y sus muestras. Y si lo hacían, no era para estudiarlos, sino para, en esa actitud propia del sabio molesto por el fácil éxito de las creaciones populares, descalificarlos hablando de «los timos jergales tabernarios, delincuentes o simplemente suburbiales» (Lázaro Carreter, «El cheli», ABC 14/10/1979). De ahí, entonces, el papel pionero y casi único de Casares al incluir estas expresiones en la fraseología. Desgraciadamente, la idea de Casares quedó en barbecho y el timo ha seguido siendo ignorado hasta nuestros días, con las excepciones de F. Ynduráin (1967), que supo ver su relación con la función lúdica; sobre todo, aunque sin mencionar a Casares, de E. Náñez (1990) y de nuestro Martí Sánchez (2021), que ahora continuamos con este trabajo. Puede decirse, pues, que a la tarea que en 1950 fijaba D. Julio de estudiar los timos, le queda mucho.
El género chico ha pasado, ya son muy pocos los que conocen expresiones antaño tan populares de La verbena de la Paloma como ¿Dónde vas con mantón de Manila?, Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad o Felipe, ¡que ties madre! Sin embargo, timos ha seguido habiendo ya no ligados al género chico ni a ambientes populares madrileños 4, sino nuevos medios de comunicación de masas. Es lo que ha sentido E. Náñez (1990) cuando dice:
Como frase, [el timo] es frase de moda, por lo general, muletilla o bordón que brota espontáneamente. es una frase comodín que se encaja con más o menos propiedad en el discurso lógico pero siempre con cierta adecuación general de la situación, del contexto, dentro de una amplia función lúdica del lenguaje.
Estas palabras permiten una caracterización más intensional del timo, que las que se desprende de la definición del diccionario académico (ya desde la edición de 1925): ‘dicho o frase que se repite a manera de muletila’, con las siguientes propiedades:
Enunciado fraseológico, convencionalizado y desemantizado, de éxito popular, por tanto, muy usado en situaciones genéricas 5.
Humorístico, desenfadado, propio de la inmediatez comunicativa.
Esta aportación a la comicidad y la complicidad que genera como palabra de la tribu es una de las claves de su éxito, también, como fenómeno de moda que es, de su fugacidad.
Echando mano de la distinción de Schapira (2014) entre estereotipos del pensamiento y de la lengua, los timos serían un ejemplo de los segundos.
Así entendidos, timos posteriores fueron los creados o, al menos, difundidos en el frente las guerras de África y Civil:
Vista, suerte y al toro, Suai-suai, Solo se muere una vez, ¡Arriba el campo!, Ahí queda eso…(García Serrano 1964)
O, ya en tiempos más recientes, por el llamado cheli:
Vamos, deja el cubata, Es la leche en bote, ¡Menudo menda!, Nos sacude una pasta gansa, Por mí como si se la machaca… (De Hoyos González 1981: 37).
Hoy los timos, algunos multimodales 6, los crean o los difunden series de televisión o redes sociales:
En dos palabras, Im…presionante, Alégrame el día, Un poquito de por favor, No eres tú, soy yo, Capitán Salami, al rescate, De locos, Sujétame el cubata...
1. En el diccionario académico se habla de expresiones coloquiales.
2. Sobre él, puede leerse el texto escrito para la Fundación Juan March por F. Doménech Rico.
3. «Hoy, por lo general, se entiende como nota constitutiva del término timo o limito el venir acuñado en una construcción rítmica. Generalmente bimembre, asonantada o aconsonantada, como en realidad ya tenida probablemente en sus orígenes más remotos, incluso antes de poseer una voz que lo designara» (Náñez 1990: 291).
4. Aunque su eco ha tenido alguna perduración, como la polémica que hubo en 1977 entre la actriz Victoria Vera y el escritor Alfonso Paso. La primera se despidió en un escrito en la prensa con un ¡Que me olvides, Benavides!, a lo que Paso respondió también en la prensa: ¡Dale a otro la lata, Renata!
5. Algunas locuciones recientes de moda algo tienen de timos como tirar fichas o echar los perros (‘ambas significan cortejar’)… Ambos ejemplos, a los que pueden sumarse otros muchos, hacen pensar que lo que hemos entendido por timos forma una categoría transversal fraseológica limitada no solo a las fórmulas pluriverbales, sino que abarcaría también a las locuciones. Su rasgo característico sería la popularidad efímera, como fenómeno puesto de moda por algún medio de masas.
6. Un ejemplo de ellos lo ofrece la serie de memes de Julio Iglesias que hace años concluían con Y lo sabes.
Os doy un orden nuevo
«En el siguiente texto, el autor demuestra mediante una simulación las enormes posibilidades del Diccionario ideológico de la lengua española de Julio Casares, un recurso lexicográfico válido para la selección de las piezas léxicas convenientes a toda práctica discursiva. La presunta «complejidad» de su consulta no debería ser óbice para comprobar su utilidad. Con una serie de analogías se pretende ilustrar las excelencias del repertorio».
Julio Casares frente a Rufino Blanco-Fombona
Polémica que sostuvo Julio Casares con el escritor venezolano Rufino Blanco-Fombona a raíz de la publicación de la novela «El hombre de oro» el año 1915. Casares escribirá cuatro artículos de gran interés para entender hoy la importancia de las lecturas que desde la lingüística se pueden hacer sobre la literatura, y más, para determinar la significación de las relaciones entre lingüistas y escritores…
“Escarceos semánticos” de Julio Casares
«Escarceos semántico»‘ es uno de los artículos que Julio Casares publicó con el fin de acercar el trabajo de la Academia a la sociedad, una avanzadilla de la serie de artículos que aparecieron entre 1959 y 1963 en el diario ABC y en fechas ya más recientes.
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