En nombre de la familia Casares me dirijo a Vd en relación a un artículo de su firma publicado en el suplemento dominical de ABC del pasado 7 de Octubre, titulado “Maestros copiones”, en el cual aparecen unas alusiones a la figura de mi abuelo Julio Casares, que por despectivas y fuera de todo lugar, me veo en el deber de responder.
Textualmente Vd se permite decir:
«En cierta ocasión, Julio Casares –erudito con pretensiones de originalidad a quien hoy nadie recuerda– acusó a Valle-Inclán de plagiar varias páginas de las Memorias de Casanova en su Sonata de primavera.»
Efectivamente Sr Prada, como Vd sabe, erudito es aquel que posee amplios, sólidos y profundos conocimientos en una o múltiples disciplinas, y ningún ejemplo mejor para definir a Julio Casares. Fíjese Sr Prada si era erudito con pretensiones de originalidad como usted le define, que su erudición y originalidad le llevó a lo largo de su vida a destacar en disciplinas tan dispares como la música con premio extraordinario de fin de carrera en el Conservatorio de Madrid a los 19 años, o la diplomacia con su nombramiento como Jefe de Interpretación de Lenguas del Ministerio de Estado a la edad de 37 años llegando a dominar 18 idiomas como consta en su expediente diplomático, o sus trabajos en la Sociedad de Naciones de Ginebra comisionado por el gobierno de España.
Escritor, crítico literario y colaborador del diario ABC durante mas de veinte años con los artículos aparecidos en la “tercera” del mismo, bajo el título “La Academia Española trabaja» dando a conocer al gran público el trabajo y la razón de ser de dicha institución y que seguro Sr Prada Vd desconoce, pese a colaborar con ese gran diario, muy ligado a la vida académica de Julio Casares. Autor de su obra mas emblemática y conocida popularmente como “el Casares” o Diccionario Ideológico de la Lengua Española y que Vd seguro Sr Prada, ha consultado para redactar alguno de sus escritos. Sus más de veinticinco años como académico y Secretario Perpetuo de la Real Academia Española, le consagraron como una autoridad mundial en el campo de la lexicografía. Toda una vida Sr Prada, de una persona provista de un talento natural, que le llevó a destacar en todas las disciplinas que abarcaron su vida profesional, así como de una humanidad excepcional.
Por último Sr Prada, aludiré a su despectiva afirmación de que “a día de hoy nadie le recuerda”. Tiene Vd una desinformación absoluta con respecto a la vida y obra de mi abuelo, y se permite la licencia de juzgar con una ligereza y displicencia impropia de su persona su memoria, avalada con el reconocimiento de sucesivas generaciones.
Sr Prada sus descalificaciones no hacen sino confirmar aquello de que no ofende quien quiere, sino quien puede y Vd no puede, ni tiene categoría humana para menospreciar la figura de Julio Casares.
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Ser simple espectador de esta especie de circo vulgar , que a veces los medios permiten y admiten por la inanicion en la confianza que se tiene a algunos periodistas, quienes , por popularidad o populismo se permiten escribir sin la debida documentacion, y hasta pretendiendo ser graciocillos ofenden la memoria y el trabajo de quienes hicieron grande la lengua española, no puede dejarnos ajenos. Someterse a una lectura de esta altura, en un periodico de una calidad informativa como la vuestra no.deja de ser una triste sorpresa.
Julio Casares no está olvidado, sino que vive en la memoria de la gente muy culta e instruida de España, aquellas personas intelectuales y cultivadas de verdad y no de la moda que se lleva. Julio Casares es una autoridad tal por su gran categoría personal y por su privilegiado intelecto que no sólo puede juzgar las obras de Valle Inclán, sino las del mismísimo Cervantes y con el peso específico que tiene un español que debe ser orgullo de su nación por su sabiduría, su vasta cultura, su virtuosismo y su valía. Era un señor de los pies a la cabeza del que deben muchos aprender y la mayoría valorar. Hay que decir además que su categoría humana era tan grande que no le impidió su altura tener trato y amistad con las gentes normales y corrientes de su día a día de las que siempre, como él decía, se aprende.